Construcción de muros de contención: Usos y materiales

Es habitual que una constructora se vea obligada a trabajar en terrenos que abarcan varios niveles. Este tipo de proyectos son delicados porque el suelo genera una serie de fuerzas de carácter lateral, las cuales pueden acabar dando pie a que se produzca un contratiempo de gran envergadura. Para evitarlo, los muros de contención resultan de inestimable ayuda. Pero, ¿qué son exactamente y qué usos se les pueden dar? En este artículo desvelaremos dichas cuestiones y también averiguaremos los materiales con los que suelen construirse.

Qué son los muros de contención y para qué sirven

Los muros de contención son básicamente unas estructuras que se utilizan en el ámbito de la construcción de casas, aunque también es habitual verlas en obras de ingeniería civil. En ambos casos, estos armazones están pensados para impedir las típicas precipitaciones que tienen lugar sobre todo en terrenos con pendientes y aquellos de dos o más niveles.

En ambos casos, los proyectos integrales de construcción que llevan a los profesionales a hacer cambios drásticos en el suelo e incluso a acabar parcialmente con un montículo de mayor o menor altura acarrean un cierto riesgo de derrumbamiento. Reducirlo al mínimo exponente solo es posible con los muros de contención.

Tal como indica su propio nombre, estamos ante unas estructuras que se diseñan con el principal objetivo de contener las masas compuestas por elementos que tarde o temprano pueden acabar deslizándose o derrumbándose, independientemente de si se trata de rocas, tierra, etcétera.

Iniciar la construcción de una casa o un piso en un terreno vertical que ha sido manipulado sin dar forma previamente a un muro de contención podría acabar traduciéndose en un colapso, por lo que la vivienda sufriría daños de importante consideración. Impedir este desenlace es tan fácil como crear dicha estructura con la que se evitan por completo los derrumbes.

Los muros de contención no solo sirven para poder construir viviendas propiamente dichas sin el riesgo de que colapse el terreno de su alrededor. Adicionalmente, también son utilizados por expertos en diseño y construcción de piscinas, de lo cual ya hablamos cuando explicamos cómo hacer una piscina de obra.

Tipos de muros de contención

Como acabamos de ver, los muros de contención tienen varias funciones, por lo que es de esperar que existan diversos tipos de estructuras. Lo cierto es que los catalogamos en base no solo a la utilidad que se les va a dar, sino también a los materiales empleados.

Prefabricados

Empezamos por unos muros de contención bastante básicos que son ideales para aquellos terrenos que no presentan un desnivel o una elevación excesiva. Así pues, el riesgo de derrumbamiento es reducido, aunque no llega a ser nulo. En definitiva, se requiere una estructura con un nivel de resistencia medio-bajo.

Los muros de contención prefabricados han adquirido una gran popularidad en los últimos años en el sector de la construcción. Y no es para menos, puesto que su ensamblaje se lleva a cabo en un tiempo récord haciendo uso tanto de piezas como de bloques en general. La rapidez también se evidencia a la hora de colocar el muro en el terreno en cuestión. Así pues, el presupuesto a destinar a esta obra es considerablemente inferior si establecemos una comparación con los que veremos a continuación.

Suelo reforzado

Si se pretende obtener un resultado lo más natural posible, los muros de contención de suelo reforzado son una alternativa muy a tener en cuenta. Y es que las capas están hechas esencialmente de elementos que provienen de la madre Gaia, como por ejemplo la grava y la tierra.

Cada capa a la que se da forma procede a compactarse. Es entonces cuando se superpone a las demás, creando así una estructura que, a pesar de tener capas no demasiado espesas, termina siendo bastante resistente. Ello no es de extrañar si tenemos en cuenta que se utilizan armaduras de metal para albergar esas capas.

Tierra armada

De las armaduras de metal pasamos a otras hechas con la tela permeable conocida bajo el nombre de geotextil, aunque las capas en sí son idénticas a las que acabamos de describir. Es difícil saber qué tipo de muro de contención es mejor: el de suelo reforzado o el de tierra armada. Sin embargo, hay que decir que con este último se consiguen excelentes resultados en lo que respecta a la estabilización de las tierras cuya granulometría es variable.

Hincados

Los muros de contención hincados proceden a introducirse a muchos metros de profundidad. Es precisamente por este motivo que presumen de una gran resistencia. Eso sí, no es fácil tratar con ellos. De hecho, se requieren máquinas capaces de manejar elementos de considerable volumen y peso, como por ejemplo aquellas de las que disponen las empresas que ofrecen servicios con vehículos pesados para obras.

A gravedad

Los muros de contención a gravedad aprovechan al máximo el efecto gravitatorio contrarrestando la fuerza del material cuyo desprendimiento pretende evitarse dando forma a dicha estructura. En base a la cantidad de suelo a contener, el peso y el volumen aumenta, aunque no estamos ni mucho menos ante unos armazones ligeros y pequeños, sino más bien todo lo contrario.

A gravedad armados

Son similares a los anteriormente traídos a colación, pero en este caso se utiliza el hormigón armado, un material que dominan los expertos en encofrados y estructuras de hormigón.

No es la única característica destacable, puesto que también llama poderosamente la atención el hecho de que se utilice la parte inferior del terreno con tal de calzar la zona que ejerce de base. Además, es reseñable la forma que tienen los muros de contención a gravedad armados: generalmente es una especie de «L», pero en determinadas construcciones también se dejan ver las «T» al revés.

Anclados

Los muros de contención anclados son unos de los que cuentan con mayor presencia en las construcciones de hoy en día. Ello no sorprende si tenemos en cuenta que llevan años demostrando ser muy eficaces evitando derrumbamientos de terrenos verticales. Para lograrlo, son esenciales los pernos que se anclan. Por mucho que el líquido elemento erosione la superficie, no pasa factura a la estructura. En definitiva, el agua no causará problemas de ningún tipo. De hecho, podrás sacarle un gran partido si sabes cómo implementar sistemas de recuperación de agua de lluvia en tu hogar.

Rígidos

Ha llegado el momento de hablar de los materiales. Empezamos por los muros de contención rígidos que están hechos de mampuesto -es decir, piedras que no han pasado por un proceso de labrado-. En muchos casos, estas estructuras también son construidas haciendo uso de hormigón. Ambas opciones son muy eficaces porque evitan que las edificaciones o las piscinas se muevan lo más mínimo al impedir al suelo ejercer cualquier tipo de presión sobre ellas.

Flexibles

Si la constructora determina que la rigidez del muro de contención ha de ser menor que la de una estructura rígida, la flexible se convierte en la opción ideal. Es sorprendente el hecho de que las cargas no les pasan factura en forma de roturas a pesar de que, a diferencia de los otros armazones, estos sí ceden, aunque lo hacen en un porcentaje muy bajo.

Aspectos a valorar al construir muros de contención

Elegir un tipo u otro de muro de contención exige llevar a cabo previamente una serie de pasos. En próximos párrafos averiguaremos las acciones a realizar antes de dar comienzo a la construcción con tal de obtener un resultado óptimo en todos los sentidos.

  • Tipo de suelo: Lo primero que hay que hacer es un análisis del suelo en el que se pretende construir. Cada firme presenta unas características distintas, como por ejemplo la granulometría. Sin saber exactamente qué propiedades tiene, es inviable tomar una buena decisión.

  • Características del muro de contención: Una vez analizado el suelo y averiguado el tipo al que pertenece, toca especificar las características de las que hará gala el muro de contención. No solo nos referimos al material, sino también a otras claves como la altura.

  • Elementos externos: Hay algunos elementos que, externamente, pueden pasar factura a la estructura a la que se dé forma. Un claro ejemplo es el del agua. En este sentido, hay que capacitar al armazón para que drene el líquido elemento que caiga del cielo y en ningún caso llegue a acumularse, con todo lo negativo que ello acarrearía en lo referente a la estabilidad del muro de contención.

  • Resultados del FEM: Las matemáticas son de gran ayuda para las constructoras que llevan a cabo este tipo de proyectos. En concreto, el modelo más útil es uno que recibe el nombre de Método de los elementos finitos y al que se suele referir en el sector con el acrónimo FEM. Los resultados que arroja, independientemente de si lo hace con un software o de manera manual, sirven para averiguar algunos detalles muy importantes de los muros de contención. Entre los que adquieren una mayor relevancia se encuentran las posibles alteraciones estructurales del armazón, los movimientos experimentados por el terreno y la tensión del suelo.


Sea cual sea el uso que pretenda darse al muro de contención, desde construir una piscina hasta edificar una vivienda desde cero, es de vital importancia asegurarse con el modelo FEM de que la estructura podrá resistir cada carga a la que será sometida. En definitiva, es fundamental que deposites tu confianza en un equipo muy experimentado. En caso contrario, el armazón podría venirse abajo si los cálculos no son correctos. Por el contrario, si de su construcción se encarga una constructora con una dilatada trayectoria a sus espaldas, los muros de contención a los que dé forma serán garantía de tranquilidad, seguridad y durabilidad.